Gian Lorenzo Bernini nació en Nápoles el 7 de diciembre de 1598. En 1605, siendo aun un niño, se mudó a Roma para seguir a su padre escultor, Pietro, que trabajaba en la realización de la Capilla Paulina en la basílica de Santa María la Mayor. Con poco más de veinte años, Bernini recibió los primeros encargos. Entre 1619 y 1625, pudo manifestar su talento precoz, realizando los cuatro conjuntos escultóricos en mármol blanco, por encargo del cardenal Scipione Borghese: Eneas, Anquises y Ascanio, el Rapto de Proserpina, el David y el Apolo y Daphne, conservados hasta ahora en la Galería Borghese. Gracias a su talento, pero también a su atractivo y sus habilidades relacionales, logró los encargos más importantes, públicos y privados, trabajando incansablemente para cinco Papas. El niño prodigio del arte barroco se ha destacado en todas las disciplinas artísticas, desde el dibujo hasta la escenografía, desde la escultura hasta la arquitectura, desde la pintura hasta la planificación urbana, dando prueba de ser uno de los artistas fundamentales, si no el mayor exponente, en la transformación de la imagen de la ciudad papal. Su fortuna también fue haber logrado la protección del Papa Urbano VIII Barberini, por la cual se multiplicaron los reconocimientos oficiales. El papa, como se lee en la biografía del artista escrita por Filippo Baldinucci, aspira a hacer del jovencísimo Bernini “otro Miguel Ángel”. Por lo tanto, el artista se asegura los proyectos más importantes de su tiempo, y para el pontífice, realiza algunas de sus obras maestras, como el Baldacchino de San Pedro (1633), la Fuente del Tritón (1642-43), la Fuente de las Abejas (1644) y el monumental Sepulcro de Urbano VIII en la basílica de San Pedro (1643-47).
Célebre demostración de su habilidad técnica y creativa es la Fuente de los Cuatro Ríos (1648-51) en la Plaza Navona durante el papado de Inocencio X Phampilj, mientras que sus proyectos de planificación urbana pertenecen a la época del Papa Alejandro VII Chigi, incluido el innovador diseño de la Columnata (1659) de la Plaza de San Pedro y el poco conocido proyecto efímero y escenográfico para el nacimiento del Gran Delfín de Francia en la Plaza de España. La construcción de la Pontificia Collegiata di Castel Gandolfo (1658-61) y la Iglesia de la Assunta di Ariccia (1661-64) datan del mismo período.
A lo largo de su vida Bernini nunca abandonó la ciudad de Roma, donde se conservan la mayoría de sus obras maestras, excepto cuando, en 1665, llegó a París invitado por el rey Luis XIV para la creación de la estatua ecuestre real, de la que se conserva un boceto en la Galería Borghese, y para la renovación del Louvre. Hombre y artista barroco, polifacético y excepcional en su creatividad, Bernini murió en Roma el 28 de noviembre de 1680.
Hoy, nuestro memorable artista yace en una humilde tumba en la basílica de Santa María la Mayor.
Chiesa di Santa Bibiana
Vía Giovanni Giolitti, 154
Con motivo del Jubileo de 1625, después del milagroso descubrimiento de los restos de la santa, Bernini fue encargado de la restauración de la fachada de la iglesia, su ópera prima en arquitectura en Roma. En este lugar sagrado se conserva su primera escultura de sujeto religioso, la blanca imagen marmórea de Santa Bibiana (1624-26), con la columna y la palma símbolos de su martirio.
Chiesa di Santa Maria della Vittoria - L’Estasi di Santa Teresa d’Avila
Vía XX Settembre, 17
La iglesia de Santa María de la Victoria alberga varias obras escultóricas y pictóricas de importantes artistas, como los retablos de Domenichino y de Guercino. Aquí se encuentra la capilla construida para el cardenal Federico Cornaro, dentro de la cual destaca El Éxtasis de Santa Teresa de Ávila, una excelente obra de Bernini. El escultor, a través de una hermosa escenografía y el uso sabio de la luz, da vida, con sublime maestría, al episodio del éxtasis divino de la santa, que la misma describe en su autobiografía como “un idilio tan dulce lo que ocurre entre el alma y Dios”.
Chiesa di Sant’Andrea al Quirinale
Vía del Quirinale, 30
Fue solo en los años 60 de 1600 que Bernini logró mostrar su habilidad en el diseño de edificios sagrados, entre ellos, el más importante es sin duda la iglesia de Sant’ Andrea al Quirinale (1658-70). Para esta obra, la elección del diseño del arquitecto está orientada hacia un entorno de base elíptica, coronado por una cúpula artesonada; la peculiaridad de la solución radica en presentar el espacio como el lugar donde se manifiesta el acontecimiento milagroso, el ascenso al cielo de San Andrés, que, después del martirio representado en el retablo, toma forma en el frontón cóncavo del altar. Junto a la iglesia, la sacristía diseñada por Bernini y pintada al fresco por Jean La Brode, también es de notable belleza.
Galleria Nazionale d’Arte Antica - Palazzo Barberini
Vía delle Quattro Fontane, 13
Nació en 1625 como residencia de la familia papal y fue concebida como una verdadera villa urbana, el resultado de la colaboración de tres arquitectos expertos: Maderno, Bernini y Borromini. Tras la muerte de Maderno, Bernini completó las obras y construyó una parte de las habitaciones internas, la logia acristalada con pórtico debajo y la gran escalera cuadrada que refleja la helicoidal de Borromini. La galería también expone otras famosas obras escultóricas, como los bustos de Antonio Barberini, Urbano VIII y Clemente X, y dos pinturas, el Retrato de Urbano VIII y David con la cabeza de Goliat.
Fontana del Tritone
Piazza Barberini
La Fuente del Tritón fue realizada por encargo del Papa Urbano VIII y se colocó en el centro de la plaza en 1642-43. Alimentada por el Acueducto Felice, esta fuente fabulosa quiere representar el mundo marino. Dentro de una pila grande, cuatro delfines sostienen una enorme concha sobre la que descansa la figura mitológica de Tritón que hace ademán de soplar una caracola. Las tres abejas son el símbolo heráldico de la familia Barberini.
Fontana delle Api
Esquina de Vía Vittorio Veneto con Vía di S. Basilio
No muy lejos de la Fuente del Tritón se encuentra la Fuente de las Abejas. Según la inscripción en latín, la obra fue encargada por el papa Urbano VIII Barberini. La figura central es una concha de la cual fluye un chorro de agua, bajo la protección de las famosas y simbólicas abejas de Barberini.
Obras maestras en la Galleria Borghese
Piazzale Scipione Borghese, 5
Reserva previa Aquellos que deseen conocer al escultor Bernini no pueden perderse las salas de la Galería Borghese, donde se conservan las obras más famosas de nuestro artista. Aquí se puede admirar una de las primeras esculturas del artista, la Cabra Amaltea (1615) y varios grupos escultóricos completos: Eneas, Anquises y Ascanio (1618-19), el Rapto de Proserpina (1622), Apolo y Daphne (1622-25) y el David (1623), considerados los mejores ejemplos del virtuosismo de Bernini y de la capacidad de representar el ímpetu del estado de ánimo a través de la torsión de los cuerpos y la intensa expresividad de los rostros. También hay otros ejemplos de la versatilidad artística del maestro Bernini en la colección Borghese, entre otras obras, destacan los dos extraordinarios autorretratos pictóricos, los realistas bustos de Scipione Borghese y el boceto de terracota de la estatua ecuestre para Luis XIV, jamás realizada.
Basilica di Santa Maria Popolo
Piazza del Popolo, 12
Otro lugar donde se puede observar una interesante fusión de varios estilos artísticos es, sin duda, la Basílica de Santa María del Popolo (siglo XI-XVI), en la que se pueden admirar las obras de grandes artistas, entre ellos Rafael, Bramante, Maderno y Bernini. Este último se dedicó a la decoración de estuco en clave barroca de las naves y del crucero, además de la realización, en la Capilla Chigi, de Habacuc y el ángel, y el órgano monumental adornado con el roble heráldico de los Chigi.
Porta del Popolo
El aspecto actual de la Puerta del Pueblo es muy diferente de su construcción original bajo el emperador Aureliano. Bernini se dedicó a la decoración de la fachada interna con motivo de la visita a Roma de la reina Cristina de Suecia, después de su conversión al cristianismo, como nos lo recuerda también el epígrafe colocado bajo el escudo de armas de Chigi.
Fontana della Barcaccia
Piazza di Spagna
La famosa fuente es el resultado de una colaboración entre Pietro Bernini y su hijo Gian Lorenzo. Los romanos la llaman cariñosamente “Barcaccia” por su forma peculiar de barco semisumergido. La obra, probablemente inspirada por las frecuentes inundaciones del Tíber, se encuentra al pie de la Escalinata de Trinità dei Monti y se coloca en un nivel inferior al de la calle para aprovechar al máximo la baja presión del agua disponible.
Palazzo Montecitorio
Piazza di Montecitorio
El Palacio Montecitorio (1653), hoy sede de la Cámara de Diputados fue comisionado por el Papa Inocencio X Pamphilj como regalo de bodas para su sobrino Camillo Ludovisi. El arquitecto Bernini, teniendo que adaptarse a la tendencia irregular del terreno, diseñó un edificio con fachada poligonal convexa. Aunque el arquitecto Carlo Fontana completó más tarde el edifico, en algunos puntos de la fachada todavía hay elementos inconfundibles de la creatividad barroca de Bernini, como los contrafuertes rocosos con hojitas y ramitas que destacan de las repisas de las ventanas para simular un edificio tallado en la roca viva.
Obelisco della Minerva
Piazza della Minerva
Conocido como el Polluelo de la Minerva, el obelisco en la plaza homónima es el más pequeño de toda la ciudad. Es uno de los nueve obeliscos egipcios presentes en Roma, revisado en formas barrocas por Bernini, que tomó como modelo el paquidermo donado a la Urbe por la reina Cristina de Suecia. El elefante representa, simbólicamente, la necesidad de una mente robusta para mantener una sabiduría sólida.
Fontana dei Quattro Fiumi
Piazza Navona
La majestuosa Fuente de los Cuatro Ríos (1641- 48) es una de las mayores obras maestras del artista, una magnífica combinación de arquitectura y escultura. Ubicada en el centro de la plaza, frente a la iglesia de Santa Agnese in Agone, la fuente parece un farallón que sostiene el obelisco, alrededor del cual se levantan las cuatro colosales estatuas de mármol blanco que personifican los ríos más importantes de los continentes hasta entonces conocidos: el Danubio para Europa, el Ganges para Asia, el Río de la Plata para las Américas y el Nilo para África. El complejo de elementos animales y vegetales identifica cada continente, y el gran escudo de armas de la familia Pamphilj conmemora al comitente, el Papa Inocencio X.
Ponte Sant’Angelo
Lungotevere Vaticano
Poco conocido también como Pons Hadriani, del nombre del comitente el emperador Adriano, Ponte Sant’Angelo sostiene las magníficas estatuas de los diez ángeles de Bernini y de sus estudiantes, los mejores entre los escultores de la Roma barroca. Las figuras, divididas en dos grupos, se alzan sobre pedestales altos con inscripciones de las Escrituras Antiguas y sostienen los símbolos de la Pasión de Cristo en sus manos. El ángel con la corona de espinas y el que tiene la inscripción INRI fueron realizados por el maestro; por su importancia y fragilidad, en el pasado, han sido reemplazados por copias de los aprendices, mientras que los originales fueron trasladados a la iglesia de Sant’Andrea delle Fratte, cerca de la Plaza de España.
Colonnato e Basilica di San Pietro
Piazza San Pietro
La Basílica de San Pedro es un cofre del tesoro que contiene valiosas pinturas y esculturas. Desde un punto de vista arquitectónico, la Basílica es un emblema del ingenio de grandes artistas como Carlo Maderno, Miguel Ángel y Bernini. La Columnata, compuesta de 284 columnas dispuestas en cuatro filas (1659) en la plaza de forma elíptica, se atribuye a este último. No se pierdan el ingenioso efecto óptico: posicionándose en uno de los dos discos de mármol (centro del colonnato), se puede ver como las columnas que se sobreponen forman una sola fila. En el interior, se encuentran otras obras de Bernini: el monumental Baldacchino (1634) colocado encima de la tumba de san Pedro, el Monumento Funerario de Urbano VIII (1628) y el de Alejandro VII (1671-78), el Monumento a Matilda di Canossa, el precioso Tabernáculo del Sacramento en bronce dorado y lapislázuli, y la Scala Regia (1663-66), caracterizada por una audaz y engañosa perspectiva, que permite el paso del Palacio Apostólico a la plaza.
Chiesa di San Francesco a Ripa - Monumento a la Beata Ludovica Albertoni
Piazza San Francesco d’Assisi, 88
Con motivo de la ceremonia de beatificación de la monja Ludovica Albertoni, una terciaria franciscana, Bernini recibió el encargo de organizar la Capilla Altieri, dentro de la iglesia de San Francisco en Ripa, para la cual realiza la escultura de mármol, el Éxtasis de la Beata Ludovica Albertoni (1674). La Beata aparece tumbada sobre una cama de mármol, con la cabeza reclinada hacia atrás y la boca entreabierta, mientras que, envuelta en la suave túnica de pliegues profundos, presiona las manos sobre su pecho. El momento de la muerte de la beata es aquí transformado en un trance estático de unión mística con el Divino. La hábil combinación de arquitectura, escultura, luz y colores crea la manifestación perfecta de la estética barroca.
Musei Capitolini - Busto di Medusa
Piazza del Campidoglio, 1
En los Museos Capitolinos, la colección pública más antigua del mundo, también se encuentra el refinado busto de mármol de Medusa (1644- 48), una de las obras más particulares de nuestro artista. En esta escultura, Bernini ha conseguido capturar e inmovilizar, con extrema claridad, el mito clásico de la gorgona en el preciso momento en que, al ver su imagen reflejada en un espejo, se convierte en piedra.
Basilica di San Sebastiano fuori le mura - Salvator Mundi
Vía Appia Antica, 136
Una historia particular rodea el busto del Salvator Mundi (1679), la última escultura de nuestro artista por entonces octogenario, que dejó como regalo a su amiga, la Reina Cristina de Suecia. Esta obra maestra barroca fue redescubierta por los historiadores del arte en 2001, cuando en el busto de la sacristía de Albani se distinguieron los elementos característicos del estilo de Bernini: el tratamiento del mármol, las medidas, el drape, los voluminosos rizos que caen sobre los hombros y la mano de Cristo que bendice detenida en el tiempo. Esta magnífica obra maestra, definida por él mismo como “su benjamín”, nos devuelve un Bernini maduro ahora entregado al arte religioso.