Desde el Renacimiento, junto a las fuentes monumentales se construían pequeñas fuentes "para la comodidad de los particulares", los llamados "bebedores de los caballos" que servían para recoger el agua de vuelta de las fuentes principales. Entonces, en el año1644, el Papa Urbano VIII Barberini encargó a Gian Lorenzo Bernini la realización de una fuente de dimensiones reducidas y de pocas pretensiones a erigir a poca distancia de la Fontana del Tritone, su última obra maestra construida entre los años 1642 y 1643.
El artista, sin embargo, no pudo limitarse a la construcción de una simple fuente, aunque de servicio, y le dio la forma de una concha abierta, con la valva inferior a hacer de cubo y la otra, modelada para encajar en la esquina del edificio en el que fue colocada originalmente, entre la via Felice – la actual vía Sistina – y el pabellón de propiedad de Nicolò Soderini.
En pocos meses, Bernini logró satisfacer las demandas del Papa, y para honrar a su familia esculpió sobre la fuente tres abejas que vierten el agua en pequeñas garras de las boquillas delgadas. La ironía romana no tardó en manifestarse: las tres abejas esculpidas recogían mucha agua de la gran Fontana del Tritone pero derramaban muy poco en el cubo de la pequeña fuente de la que el pueblo luchaba por abastecerse. El flijo de agua que emanaba de las abejas se comparó pronto con las acciones del gobierno que recaudaba mucho dinero con los impuestos, pero que ofrecía muy pocos servicios al pueblo.
Otro episodio singular está conectado a la inscripción original esculpida en la valva superior de la fuente: “El Sumo Pontífice Urbano VIII, construida una fuente con ornamento público de la Urbe, hizo realizar esta fuente para uso de los ciudadanos en el año 1644, XXII de su pontificado”, un acto propicio para celebrar el nuevo año de Pontificado de Urbano VIII por parte de Bernini. Para el logro efectivo del vigésimo segundo año de pontificado faltaban dos meses más. El gesto del artista fue malinterpretado y el pueblo, a través de Pasquino, una de las estatuas que hablaban de Roma, comentó con la habitual ironía: “Habiendo ellos Barberini aprovechado de todo el mundo, ahora quieren aprovechar también el tiempo”. La sensación fue tan grande que el sobrino del Papa borró la última cifra del XXII. Con este gesto, sin embargo, la situación se complicó ulteriormente, porque el pueblo comenzó a pensar que el sobrino del Papa no quería que el Pontífice alcanzara el vigésimo segundo año de pontificado. En efecto, Urbano VIII murió el 29 de julio, exactamente ocho días antes de que comenzara el vigésimo segundo año de su pontificado.
En 1865, por razones de viabilidad, la fuente fue desmontada y colocada en un depósito municipal, donde permaneció, en fragmentos, durante varias décadas. En 1915, cuando se decidió reconstruirla, la mayoría de las piezas no fueron encontradas. Se encargó una copia a Adolfo Apolloni, escultor y asesor de Bellas Artes del Ayuntamiento de Roma que la realizó en toba en vez de en mármol de Carrara. La valva inferior que originalmente estaba a nivel de la carretera, fue elevada sobre un marco de rocas, y la superior ya no descansa sobre un palacio, sino que se encuentra hoy en la esquina entre la plaza Barberini y vía Veneto.
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