Obra maestra de Gian Lorenzo Bernini, la espléndida fuente del Tritón fue construida entre finales de 1642 y la primera mitad de 1643, por voluntad del papa Urbano VIII Barberini que deseaba “un ornamento público de la ciudad”, pero también un servicio de utilidad pública, en el centro de la plaza en la que campea el nuevo palacio de su familia.
Alimentada por un brazo del Acueducto Felice, que pasaba por la inmediciones, la fuente del Tritón es una expresión de la nueva concepción barroca del espacio. En la fuente, de hecho, la parte escultórica incluye y absorbe por completo la propia estructura arquitectónica. Los cuatro delfines con colas entrelazadas, entre los que se sitúan los escudos papales, sostienen una enorme concha, de la que emerge el imponente Tritón. La colosal estatua está representada con el torso erguido, las patas escamosas y la cabeza inclinada hacia atrás en el esfuerzo por soplar la gran concha abocinada que sostiene entre sus manos. De ella brota un gran chorro de agua que cae sobre la escultura y acaba en la cuenca. Entre las novedades aportadas por el Bernini, destaca la figura más humana e insólita con la que ha realizado el Tritón.
Los símbolos esculpidos en la fuente de Tritón, referencia explícita a la celebración dinástica de la familia Barberini, aluden al triunfo de la Divina Providencia. Las abejas son el símbolo heráldico de los Barberini y aluden al triunfo de la divina providencia. Los delfines, animales apacibles por excelencia, representan las obras de caridad realizadas por la familia papal. En la mitología clásica, Tritón, hijo de Anfitrite y Poseidón, cuyo nombre significa “rugiente, estrepitoso”, anunciaba, soplando con todas sus fuerzas el cuerno en forma de concha, la llegada de Poseidón. Aquí, en cambio, lo más probable es que proclame al mundo el poder del pontífice .
Otra novedad introducida por Bernini con esta hermosa fuente es el recurso, por primera vez, al expediente de la base hueca del grupo escultórico principal que no descansaba sobre un pilar central sino sobre una estructura con un vacío en el centro, para dar mayor impulso y elegancia a la composición. La misma astucia está presente, pero en dimensiones claramente amplificadas, en la Fuente de los Cuatro Ríos en la Plaza Navona.
Con el paso del tiempo, la fuente del Tritón ha sufrido diversas obras de restauración. La de 1932 es una historia que merece ser contada. Con gran esfuerzo, los restauradores lograron librar la fuente original de los casi 12 cm de incrustaciones que se habían formado a lo largo de los siglos. Pero, tras la restauración, su nuevo aspecto, que parecía muy diferente a los ojos de los ciudadanos, desencadenó la ira de los que estaban convencidos de que la estatua había sido sustituida por una copia, hasta el punto de lanzar una acerrima campaña de prensa para repristinar su aspecto inicial. Las restauraciones más recientes se llevaron a cabo en 1987-88 y 2013.
Bernini fue también responsable de la concepción de una fuente para uso de los viandantes, colocada en origen en la plaza, en la esquina de Via Sistina, conocida como la Fuente de las Abejas (hoy al comienzo de la Via Veneto).
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