Caminar puede ser un estilo de vida, pero, sobre todo, permite descubrir la ciudad con más detalle y curiosidad, paseando con los ojos bien abiertos para no perderse las bellezas de Roma. El itinerario que os proponemos atraviesa tres de las siete colinas sobre las que se fundó la ciudad, el Viminale, el Esquilino y el Quirinale, para terminar en el valle del foro, al pie del Monte Palatino donde todo, según la leyenda, comenzó. Un viaje en el tiempo entre monumentos imponentes, obras de arte y testimonios que han contribuido, a lo largo de los siglos, a hacer la historia de la ciudad, desde la Roma de los Reyes hasta la Unificación de Italia.
Nuestra ruta inicia en la Stazione Termini donde se pueden ver los restos de las Murallas Servianas, las murallas defensivas más antiguas de Roma, atribuidas al rey Servio Tulio, de quien proviene su nombre. La primera construcción fue del sigo VI a.C., llevada a cabo tras el gran saqueo de Roma por los galos.
En la Piazza della Stazione Termini, el Palazzo Massimo alberga una de las cuatro ubicaciones del Museo Nacional Romano, con obras maestras de la escultura romana y una notable colección de mosaicos y frescos antiguos.
Desde la Piazza dei Cinquecento, se pueden observar los importantes restos de las Termas de Diocleciano, las más grandes construidas por los antiguos romanos: levantadas entre 298 y 306 d.C. tenían un aforo de hasta 3.000 personas. Parte del edificio de las Termas fue transformado en iglesia por Miguel Ángel entre 1563 y 1564, hacia el final de su larga vida. La entrada a Santa Maria degli Angeli se encuentra en la Piazza della Repubblica. La plaza diseñada por el arquitecto Koch, retoma la antigua forma semicircular del estadio para competiciones atléticas, que formaba parte de los antiguos baños. Los romanos todavía suelen llamarla "Esedra”, por su antiguo nombre. En el centro la hermosa Fuente de las Náyades, ornada con esculturas de Mario Rutelli (1870), que en esa época despertó clamor por la posición tumbada de las Ninfas del Mar.
Tomando la Via del Viminale, se pasa delante del Teatro de la Ópera, construido a finales del siglo XIX y completado por el arquitecto Piacentini en los años veinte del siglo XX. Viminale es el nombre de una de las siete colinas de Roma y la sede del Palacio del Ministerio del Interior.
A poca distancia nos encontramos con Santa Pudenziana, una de las iglesias más antiguas de Roma, construida en el siglo IV d.C., en la casa donde, cuenta la leyenda, San Pedro llegó a Roma y fue acogido por el senador Pudente.
El paseo continúa hasta el Rione Monti, que toma su nombre de las colinas del Viminale, Quirinale y Esquilino. Fue habitado desde la época romana con el nombre de Suburra. En las calles y plazas, hay mesones (trattorie) que ofrecen comida tradicional y tiendas de artesanía. En el camino, por la Via Urbana y la Via Leonina, se encuentra la Iglesia de San Lorenzo en Fonte, construida en el lugar donde, presumiblemente, Lorenzo fue prisionero, antes de ser llevado al martirio.
Piazza Santa Maria dei Monti, que debe su nombre a la iglesia del mismo nombre, es un centro de agregación para residentes y turistas con varios locales y bares. La iglesia dedicada a los Santos mártires Sergio y Baco ha sido recientemente confiada a los Católicos Ucranianos de culto bizantino.
La Torre dei Conti fue erigida en la Edad Media sobre los restos del Foro de la Paz, construido por el emperador Vespasiano.
Se llega al centro monumental y político de la antigua Roma. Via dei Fori Imperiali, creada tras las demoliciones de los años treinta, presenta los imponentes restos de Roma, desde los siglos en que fue República hasta cuando se convirtió en la capital del Imperio Romano. A lo largo del camino, los Foros de Augusto, de Trajano, de César, la Basílica de Maxencio, el Foro Republicano, el centro político más antiguo de la antigua Roma, cuna de la civilización occidental y de las instituciones.