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Siete calles de encanto bestial

Via dell'Orso

Para muchos la estrella indiscutible de Roma es la Loba capitolina, pero en el panteón animal de la ciudad muchos son los que compiten por la escena, cada uno a su manera, siendo testigo de esa relación secular que ha entrelazado a los hombres con los animales. Cuadrúpedos, pájaros, insectos, peces y serpientes, animales domésticos, de corral, salvajes y exóticos, representados con sorprendente fidelidad y creatividad: un zoo urbano de maravillas imperdibles para descubrir callejeando, o de manera virtual, por el centro histórico de la ciudad. A veces nos miran imperturbables desde monumentos, iglesias y fuentes, pero a menudo se ocultan en las señales de tráfico, envueltos en un aura de misterio, intriga o magnificencia…

Aquí les presentamos siete calles con nombres del universo “bestial", que podrán descubrir paseando en el tiempo en compañía de los protagonistas históricos de la fauna de la urbe y siguiendo sus huellas entre escudos de armas, esculturas antiguas e insignias de posadas.

#1 Via y piazza del Biscione – El nombre de esta calle y de la pequeña plaza a un tiro de piedra de Campo de’ Fiori está afirmado desde el siglo XV, pero su origen es, como suele ocurrir, dudoso: hay quien lo relaciona con el biscione (gran culebra), el emblema  del escudo de armas de la Casa Visconti expuesto por los propietarios milaneses de una taberna, y quien sostiene que deriva de la anguilla (la “anguila” popularmente conocida como “biscia”) que la Casa Orsini había agregado a su escudo de armas cuando se convirtieron en señores de Anguillara. La poderosa familia romana poseía varias mansiones torreadas en esta misma zona, incluido el majestuoso palacio, construido sobre las ruinas del Teatro de Pompeyo, que ahora domina el ensanche con su fachada del siglo XVI. El nombre del “biscione” es también el pasaje estrecho que aún une la plaza con Via di Grotta Pinta: aquí, en un momento indefinido, se había colocado una imagen de la Virgen que, al igual que las demás Madonnelle (iconos de la Virgen) de la ciudad, se convirtió en imagen de devoción popular, cuando, en julio de 1796, se vio a la Virgen moviendo los ojos.  Ocultada por el pequeño túnel en el laberinto de callejones de la ciudad, para encontrarla había que improvisar una auténtica búsqueda del tesoro. De ahí, al parecer, el dicho divertido del dialecto romano: “cerca’ Maria pe’ Roma” (buscar Maria por Roma) más o menos el equivalente de la proverbial aguja en un pajar.

#2 Via del Pozzo delle Cornacchie – Los cuervos y las cornejas, históricos protagonistas de la mitología y las fabulas griegas y romanas desempeñaban un papel importante en el folclore celta y siempre quedaron arraigados a la cultura británica. Según la versión más acreditada, el nombre de esta pequeña calle cercana a la iglesia de San Luigi dei Francesi tiene un vínculo insospechado con las tierras del otro lado del Canal. Año 1515: el Papa León X nombra al limosnero del rey Enrique VIII, Thomas Wolsy, como cardenal titular de Santa Cecilia in Trastevere. El poderoso prelado inglés decide así hacer construir un palacio en Roma, también equipado con una fuente en forma de pozo adornada por su escudo de armas. El cual contenía, entre otras cosas, una rosa entre dos pájaros corvinos; a decir verdad, cornejas de Cornualles, pero, como ya se sabe, la simplificación es de casa en Roma. Caído en desgracia debido al divorcio del rey, el cardenal murió en Leicester en 1530 antes de poder establecerse en Roma. De las cornejas en el pozo no queda rastro alguno pero el palacio todavía existe:  pasado a manos de la familia Aldobrandini, en la segunda mitad del siglo XVII fue adquirido por el cardenal Rondanini que dio el nombre a la pequeña plaza cercana, al parecer, la más pequeña de Roma.

#3 Via di Santo Stefano del Cacco – Para saber qué animal se esconde en esta calle, hay que remontarse al 43 a.C., es decir, cuando en esta zona de la antigua Roma se construyó el primer y más fastuoso templo egipcio, el llamado Iseo Campense, dedicado a la diosa Isis y su esposo Serapis. Casi nada ha sobrevivido de sus estructuras, pero sus restos fueron utilizados para embellecer plazas, basílicas y museos, no solo en roma. La iglesia de Santo Stefano (en Pinea, como se llamaba originariamente) de donde la calle toma su nombre, englobaba parte de la celda del templo y en sus inmediaciones se ubicaba una estatua cercenada del dios Thot, representado a imagen de un babuino. Los vecinos del barrio lo llamaban el “macaco” o “macacco”, una palabra importada por los navegantes portugueses que exploraban las costas africanas: de ahí a “cacco” el paso fue breve y el apelativo se conservó incluso después de que la escultura fuera llevada al Capitolio en 1562, para luego pasar a las colecciones del Vaticano en 1838. El pie de mármol gigante hoy ubicado al comienzo de la calle también perteneció a una estatua del Iseo: hallado en el siglo XVI, originalmente estaba ubicado en via Piè di marmo, pero fue trasladada en 1878 para dar cabida a la procesión fúnebre del rey Manuel II hasta el Panteón.

#4 Via della Scrofa  – En el siglo XVII, la calle elegante y sobria que hoy conocemos se encontraba en el centro de un barrio poblado y animado, muy frecuentada por pintores como Antiveduto Gramática, el Cavalier d’Arpino y el siciliano Lorenzo Carli. Fue precisamente este último quien acogió a su llegada a Roma al joven Caravaggio, que vivió aquí durante una década creando algunas de sus obras maestras más conocidas y participando en peleas y fiestas en las tabernas y posadas del barrio. El nombre de la calle, que sigue el camino de una antigua calzada romana, probablemente construida en ocasión de la construcción del Mausoleo de Augusto, deriva precisamente del letrero de una famosa posada: lo cierto es que ya en 1445 en toda la zona se conocía como “La Scrofa”, la Cerda. La pequeña escultura de mármol que representa a un lechón, probablemente parte de un bajorrelieve antiguo más grande con una procesión fue tal vez aplicada más tarde en la pared del convento de los Agustinos y luego transformada en una fuente con cuenco de mármol, por voluntad del Papa Gregorio XIII hacia 1580. A finales del siglo XIX, a medida que aumentaba el tráfico, el cuenco de la fuente se trasladó a la esquina con Via dei Portoghesi, mientras que la “Scrofa” permaneció en su lugar para rememorar el origen de esta calle.

#5 Via dell’Orso – La casa de Marco Piccione se convierte en la Hostaria dell’Orso”: estamos en 1517 y el palacete del siglo XV de una familia de la pequeña nobleza romana acaba de ser transformado en un hotel. El Albergo dell’Orso, albergará a lo largo de su larga vida a personajes como Rabelais y Montaigne, Gogol, Goethe y otros personajes ilustres, así como a simples cocheros y postillones. Precisamente del Hotel del Oso tomaría probablemente el nombre la sugerente calle llena de edificios antiguos, a la cual hoy también se puede acceder bajando la escalera a un lado del Museo Napoleonico. El origen cierto de la denominación del hotel del Oso queda abierto a cuestionamiento: según algunos, por su letrero que representaba a dos osos, y según otros por el nombre de uno de los gerentes, Baccio dell’Orso, o, también, por los dos relieves de mármol amurallados a lo largo del camino (uno de los cuales fue robado y reemplazado en los años setenta con una copia).  Sin embargo, es difícil imaginar que, en las esculturas de los leones, con un antílope y un jabalí en las fauces, alguien haya visto un oso …  A partir de ese momento, la calle se convirtió también en el reino de artesanos y restauradores: fue en una de sus tiendas donde el cardenal Joseph Fesch, tío de Napoleón Bonaparte, encontró la segunda parte de una tabla que ya poseía, recomponiendo el “San Girolamo” de Leonardo da Vinci hoy expuesto en la Pinacoteca Vaticana.

#6 Salita di Montecavallo – Un corto tramo de carretera continúa por el camino de Via della Dataria y lleva hasta el Quirinale pasando por la parte baja del distrito de Trevi. Las suntuosas viviendas, jardines, templos y edificios públicos ocuparon la colina en la época romana: en su lugar, las iglesias y las torres comenzaron a brotar durante la Edad Media, mientras que los edificios antiguos fueron abandonados y sus mármoles reutilizados para las nuevas construcciones. Dos colosos de mármol de más de 5 metros de altura permanecieron entre las ruinas, situadas en la entrada de los Baños de Constantino, salvados del entierro y de cualquier tentación de transportarlos a otro lugar por su magnitud; “los domadores de caballos”, es decir, las estatuas de los Dioscuri, Castor y Polux, que aún podemos admirar en la fuente monumental en el centro de la Plaza del Quirinale.  Más que los gemelos mitológicos, fueron sus caballos enfuriados, apenas sostenidos por las bridas, los que representaban un punto de referencia constante para los romanos, tanto que toda la zona tomó su nombre desde el siglo IX (“regio caballi marmorei”, caballos reales de mármol). Casi inevitablemente, la cumbre de la colina del Quirinale comenzó a llamarse Monte Cavallo, un apodo adoptado como la denominación oficial de la Piazza del Quirinale hasta finales del siglo XIX. Hoy, el testimonio del pasado es nuestra pequeña y bonita calle.

#7 Via Bocca di Leone –La loba, como bien sabemos, es el emblema de Roma. Y, sin embargo, hasta su llegada al Capitolio en 1471, otro animal representaba la imagen de la ciudad: el león, emblema de poder y justicia, además de guardián de los lugares sagrados. Durante siglos el león ha desempeñado su función, mostrándose en estandartes, monedas, escudos de armas y diversas decoraciones -reutilizando esculturas antiguas para la ocasión- y dejando más que un rastro en la toponimia de la ciudad. Este es el caso de nuestra calle, antiguamente poblada de posadas, albergues y talleres para la reparación de carruajes al servicio de la cercana Piazza di Spagna, hoy repleta de boutiques y tiendas de lujo. No sabemos si su nombre deriva de un bajorrelieve romano, del letrero de una posada o, como demostraría un documento conservado, de una tapa de alcantarilla de la “cloaca de la Fonte di Trejo” decorada con las fauces de un león, siguiendo el ejemplo de la famosa máscara de la Boca de la verdad. A pesar de todo, los leones aún habitan la calle: frente al majestuoso palacio de Nuñez -Torlonia, el sarcófago romano que recoge el agua de la fuente construida en 1842 por Antonio Sarti, está sostenido por dos poderosas zarpas de león. Sin mencionar los leones rampantes colocados para proteger el escudo de armas de Torlonia que se encuentra encima.

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