Jardín Japonés del Instituto Cultural Japonés

El encantador jardín oriental está situado dentro del Instituto Cultural Japonés, en un rincón tranquilo del barrio de Parioli, a tiro de piedra de la Galería Nacional de Arte Moderno, del ETRU - Museo Nacional Etrusco de Villa Giulia y de las sedes de prestigiosas academias extranjeras.

Se trata del primer jardín italiano creado por un arquitecto japonés, el célebre paisajista Nakajima Ken ─ también arquitecto del jardín japonés del Jardín Botánico ─ y se presenta como un pequeño oasis de paz que se fusiona armoniosamente con las líneas severas y modernas del Edificio diseñado por Yoshida Isoya en estilo shinden-zukuri de la era Heian.

Escondido de las miradas externas, en línea con la reserva tradicional japonesa, el espacio verde nació como un refinado kaiyūshikiteien en la variante sen'en: un jardín ambulante ─ con estanque, cascada, islas, rocas, un pequeño puente y lámparas de piedra (tōrō). ─ que replica en miniatura las de las residencias aristocráticas del país asiático.

En una atmósfera suspendida en el tiempo, el agua, la grava y la vegetación, a diferencia del jardín zen, son los componentes esenciales de un paisaje por descubrir, donde cada elemento tiene su función precisa y da vida a un conjunto contemplativo de increíble poesía y belleza.

Siguiendo el recorrido recorrido en sus aproximadamente 1.500 m2, se descubre la combinación de plantas que, según las intenciones del arquitecto, atestiguan el "hermanamiento" entre Italia y Japón: interactúan los románticos cerezos, los arces y las camelias japonesas y los pittosporum con plantas mediterráneas como el olivo, el pino marítimo y el lirio, y el pino montañés.

El sakura, el cerezo ornamental, que en el imaginario colectivo recuerda escenarios idílicos japoneses, es uno de los protagonistas indiscutibles de este maravilloso rincón verde, en las variedades Yaezakura y Somei Yoshino. Los ocho ejemplares presentes generan respectivamente impalpables flores rosadas y blancas durante la floración primaveral: hanami ─ literalmente "mirar las flores" ─ es un espectáculo maravilloso y conmovedor, vinculado a la antigua tradición japonesa de la fugacidad de la vida.

Lugar por excelencia que testimonia la esencia japonesa en Roma, este encantador jardín recuerda perspectivas y ángulos estéticos y emblemáticos que sorprenden e inspiran, para ser apreciados en cada estación: el doble paso sobre el estanque a través de grandes piedras, una irregular, con un apariencia natural, y la otra recta y artificial; la lámpara “mágica” yukimi, cuyo gran sombrero en forma de disco, coronado de nieve e iluminado, es símbolo de la belleza que ofrece la naturaleza; la pérgola de la ceremonia del té ─ cubierta por el esplendor de las glicinas fuji ─ orientada hacia admirar la pequeña cascada, para disfrutar de un espectáculo que nos acerca a la tranquilidad interior y a la extraordinaria cultura japonesa.

Foto: Redaciòn de Turismo Roma