Palacio Lateranense

El palacio, perteneciente al complejo que incluye la Basílica de San Giovanni in Laterano, el baptisterio, la Scala Santa y el Sancta Sanctorum, se levanta sobre el antiguo "Patriarchium" en el que, a partir del siglo IV, residieron regularmente los Papas por un período de mil años, viviendo su mayor esplendor con Inocencio III y Bonifacio VIII.

En el transcurso de los siglos el edificio ha sido dañado en varias ocasiones entre terremotos, saqueos e invasiones, y regularmente restaurado, hasta que en el año 1308 fue deteriorado por un incendio: entonces, cuando el papado se instaló de nuevo en Roma en 1377, luego del traslado a Avignon, los papas se radicaron en el Vaticano. Los trabajos para la recuperación urbanística del complejo se realizaron a finales del siglo XVI por voluntad de Sixto V, que asignó la remodelación a Domenico Fontana, su arquitecto favorito. La nueva sede, más pequeña en comparación a su predecesora, había de ser la vivienda papal de verano, aunque los Papas han continuado favoreciendo el Vaticano y el Quirinale. Así, entre los siglos que siguieron, el palacio asumió funciones diferentes: se convirtió en hospital, en hospicio, y en archivo del Estado Pontificio, pasando a ser sede del Museo Gregoriano a partir de 1838 y hasta 1960, y llegando a ser sede del Vicariato. En el piso noble se encuentra, desde 1987, el Museo Histórico Vaticano.

La estructura del palacio, que se inspira a la arquitectura del Palacio Farnese, aunque con una configuración más austera, propia de la época de la Contrarreforma, se inserta en un lado de la basílica y tiene tres fachadas en tres niveles. Las balconadas sobre los tres grandes portales muestran los escudos del Papa Sixto V Peretti y de Clemente XII Corsini, quien completó parte del palacio el año 1735. Gracias a una espectacular escalinata se puede llegar al apartamento papal, dotado de diez ambientes y una capilla con frescos de autores tardomanieristas, entre ellos Cesare Nebbia, Giovanni Battista Ricci, Ferraù Fenzone y Paul Brill, bajo la dirección de Giovanni Guerra y su hermano Gaspare Guerra. En la capilla, los frescos evocan las gestas realizadas durante el pontificado de Sixto V, mientras que el elaborado esquema iconográfico de cada una de las salas enlaza la imagen de la historia de la Roma imperial y cristiana así como diversos capítulos del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Desde el 11 de febrero del año 1929, el palacio acogió los Pactos Lateranenses entre la Santa Sede y el Estado italiano en la sala que desde entonces es llamada "Sala della Conciliazione". El Palacio es desde entonces parte del Estado de la Ciudad del Vaticano y se beneficia de privilegios extraterritoriales.