En tu experiencia en el territorio de Ostia no puedes perderte una visita al Parque Arqueológico de Ostia Antica, una de las mayores estructuras arqueológicas de la antigua Roma. La colonia fue fundada a finales del siglo V-principios del IV a. C. como «castrum», ciudadela rectangular fortificada.
Al inicio con función de base de la flota bajo el control de un magistrado romano y, a partir del siglo II, a continuación de la creciente importancia para el comercio y el abastecimiento alimentario de Roma, empezó a expandirse. Con Augusto y sus sucesores la ciudad fue dotada de un teatro, de un primer foro y de un acueducto, pero fue la construcción del puerto de Claudio y sobre todo del de Trajano cuando adquirió mayor importancia como centro administrativo y direccional del comercio.
Tras la segunda mitad del siglo III, la ciudad empezó su declive a raíz del progresivo alejamiento de la costa y del enarenamiento del río, que ya no era navegable. Las primeras excavaciones de Ostia se llevaron a cabo con el papa Pío VII a principios del siglo XIX, continuadas con Pío IX tras la Unidad con estudios sistemáticos realizados en vista de la Exposición Universal de 1942, que sacaron a la luz la extensión de 34 hectáreas de las probables 50 efectivamente edificadas en la antigüedad.
Hoy las excavaciones se extienden al abrigo del centro habitado de Ostia Antica. Para una descripción más detallada de las excavaciones, en la taquilla están disponibles las guías en papel. Un poco más allá, puedes visitar el precioso y sugestivo Borgo, entra por la puerta antigua y te encontrarás inmerso en una atmósfera de otra época. En la placita, a un lado de la iglesia, enfrente el castillo de Julio II y el Borgo antico, en todo su esplendor, construido en el siglo IX por obra de Gregorio IV para dar cobijo a los trabajadores empleados en las salinas. Fue precisamente este pontífice quien comenzó la fortificación del asentamiento. La estructura del castillo se la debemos a Giulio della Rovere, que lo hizo construir cuando ya era cardenal; las obras fueron realizadas por Baccio Pontelli, puede leerse una inscripción sobre la puerta principal.
Será el curso del Tíber lo que condicione la realización del Borgo y la planta de forma triangular de la fortaleza. La construcción asume varias funciones, el control de las riadas, valor estratégico, militar y residencial. Es precisamente esta última función la que condicionó a las demás junto con el cambio del territorio que con el tiempo llevarán al abandono del castillo con fines aduaneros a favor de Tor Boacciana. De hecho, tras una terrible crecida en 1557, el curso del Tíber fue desviado y el fosado se quedó seco. El interior se presentaba como una escalera monumental constituida por tres rampas, bóvedas y paredes decoradas por artistas de la escuela de Baldassarre Peruzzi.
Los pontífices intervinieron sucesivamente con obras de manutención ordinaria, habrá que esperar hasta 1736 para que Pío VI restaure el castillo introduciendo las obras en un plano más amplio que estaba ligado al plan de saneamiento para la explotación de las salinas.
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