La Puerta mágica

En el corazón de los jardines de la plaza Vittorio se halla una Puerta mágica, construida en la segunda mitad del siglo XVII, un antiguo resto de la Roma de mitos y misterios ocultos. Sin embargo, esta enigmática puerta no lleva a ninguna parte, y es lo que queda de la lujosa Villa Paolombara, residencia del marqués Massimiliano Savelli Palombara.

Persona brillante y refinado literato, el aristocrático era apasionado de la alquimia y el esoterismo, un vehemente interés que compartía con Cristina de Suecia, de quien fue un amigo devoto y muy fiel de corte, durante la estancia romana de la ex soberana.

La leyenda narra que, en una noche tormentosa de 1680, un viajero, probablemente el medico alquimista Francesco Borri, hospedado en la villa, fue al jardín en busca de una hierba capaz de producir oro. Al día siguiente, el hombre había desaparecido misteriosamente, dejando tras de sí rastros de oro purísimo y de los manuscritos oscuros con numerosos símbolos y formulas alquímicas.
Convencido de que el misterioso escrito contenía el secreto de la piedra filosófica, el marqués hizo grabar la “receta” mágica sobre la Puerta “alquímica”, también conocida como "Puerta de los cielos” y “Puerta hermética”: símbolos planetarios, cada uno asociado con un metal, pirámides, círculos, inscripciones en latín y hebreo y una estrella de seis puntas, el sello de Salomón.

Hoy en día, el fascinante monumento está empotrado en un muro, detrás del imponente ninfeo Trofei de Mario, bajo la constante vigilancia de las dos austeras y grotescas estatuas del dios egipcio Bes, encontradas durante las excavaciones del Quirinale de finales del siglo XIX, esperando a que alguien descifre lo que, hasta hoy, ha resultado ser un enigma impenetrable.