Hipogeo de los Aurelios

Situada entre dos edificios, una pequeña puerta a unos cientos de metros de la Porta Maggiore da acceso a uno de los complejos funerarios más importantes de la Roma imperial de principios del siglo III, descubierto por casualidad en 1919 durante la construcción de un garaje. La riqueza y variedad de los frescos que lo adornan, con escenas pertenecientes tanto al mundo pagano como al cristiano, despertaron de inmediato la admiración de los estudiosos, planteando al mismo tiempo problemas de interpretación todavía parcialmente irresueltos.

El hipogeo, que no se menciona en ninguna fuente, tiene dos pisos: en el superior se conserva la parte inferior de una sala semisubterránea, debajo de la cual hay dos ambientes especulares completamente hipogeos. Precisamente del mosaico del suelo de una de las salas inferiores deriva el nombre del hipogeo: en él, Aurelius Felicissimus, perteneciente a una rica familia de libertos imperiales, dedicó su tumba a sus hermanos y compañeros de gremio. En la misma sala, en una pequeña losa en una pared a lo largo de las escaleras, Aurelius Martinus y su esposa Iulia Lydia conmemoran pues a su hija fallecida Aurelia Myrsina.

Pero son precisamente los numerosos ciclos pictóricos del pequeño cementerio, creados en una época en la que coexistían en Roma diferentes cultos, credos, creencias, ideas y mitos, los que más atraían. En la pared del fondo de la sala superior, por ejemplo, se representa a un hombre y una mujer con una serpiente, quizá Adamo y Eva o, según fuentes más recientes, Heracles en el Jardín de las Hespérides. Bajando a las salas inferiores, se perciben 12 personas vestidas (tal vez los apóstoles) y un hombre con barba que lee un pergamino, a cuyos pies pasta un rebaño de ovejas (quizás una representación del Sermón de la Montaña de Cristo).

En otras escenas, encontramos a un hombre montando un caballo al galope delante de un templo, seguido de varios personajes y acogido por un grupo de personas que salen de una ciudad; un banquete con trece personas alrededor de una mesa; un hombre con túnica, sentado frente a una figura femenina con un gran telar y tres jóvenes desnudos, personajes interpretados como Ulises, Penélope y los Proci en ĺtaca. Por todas partes aparecen animales fantásticos, genios y pavos reales, que simbolizan la inmortalidad del alma.

El uso funerario del hipogeo duró sólo pocos años, hasta la construcción de las Murallas Aurelianas entre el 270 y el 275 d.C.: el complejo fue incluido dentro de la nueva muralla, donde por ley estaba prohibida la sepultura.

Foto catacombeditalia.va