Basílica de Sant'Agostino in Campo Marzio

Situada en la plaza homónima, la Basílica de San Agustín fue una de las primeras iglesias romanas del Renacimiento y sus orígenes se remontan al siglo XIV, cuando los agustinos decidieron construir un nuevo edificio dedicado al santo inspirador de la orden. La construcción de la nueva iglesia se terminó en 1420, pero, debido a sus pequeñas dimensiones y a su situación, demasiado bajo respecto al curso del Tíber, el edificio ya no cumplía con las necesidades de la comunidad. Por ello, en los años 1479 -1483, la basílica fue reconstruida por Jacobo di Pietrasanta y Sebastiano Fiorentino, por voluntad del cardenal Guillaume d’Estouteville.

Construida cerca de la Via della Scrofa, fue demolida en 1746, cuando Luigi Vanvitelli amplió el convento de San Agustín. Sucesivamente, en 1756, el arquitecto también transformó completamente el interior de la iglesia y la cúpula, el primer ejemplo de cúpula renacentista en Roma, añadiendo, además, las volutas laterales de la fachada y modificando el campanario del siglo XV en una torre cuadrada.   

La fachada divida en dos órdenes, está revestida de bloques de travertino provenientes, por tradición, del Coliseo. El interior con planta de cruz, tiene tres naves y cuenta con cinco capillas absidales a cada lado, un transepto y un ábside flanqueado por otras capillas.

Cerca de la entrada, en la parte derecha de la nave central, se puede admirar la célebre “Madonna del Parto” (Virgen del Parto), realizada en 1516 por Jacopo Tatti apodado como “el Sansovino”, una escultura venerada como protectora de las parturientas y colmada de exvotos. La nave central está enmarcada por pilares que sostienen unos arcos de medio punto, sobre los cuales se articulan 12 historias de la vida de la Virgen María: en particular, el tercer pilar izquierdo alberga un grupo escultórico en mármol que representa a “S. Anna che riunisce in un unico abbraccio la Vergine Maria ed il Bambino” (La Virgen con el niño Jesús y Santa Ana) de Andrea Sansovino, obra en torno a la cual, en el día de la fiesta de la santa, todos los poetas de Roma colgaban sus composiciones. El mismo pilar está decorado con un fresco de Rafael que refigura el “Profeta Isaías” (1512), flanqueado por dos amorcillos. En la primera capilla de la izquierda, se encuentra el famoso óleo de la “Virgen de los Peregrinos” de Caravaggio (1604).

En el altar mayor, realizado en 1627 sobre diseño de Bernini y ejecutado por Orazio Torriani, se coloca el icono bizantino “Virgen con el Niño”, procedente de la Iglesia de Santa Sofía en Constantinopla. Se destaca el retablo que representa “San Agustín entre San Juan Bautista y San Pablo Ermitaño” de Guercino y en los lados “San Agustín lava los pies del Redentor” y “San Agustín triunfa sobre la herejía” de Lanfranco, en la capilla del transepto derecho dedicada al santo titular.

La iglesia también acoge algunas sepulturas ilustres: incluidas la de Santa Mónica, los cardenales Lorenzo y Renato Imperiali, la penúltima hija de Lorenzo el Magnífico Contessina de Medici y el cardenal Girolamo Verallo. Curiosamente, aquí, también fueron enterrados los cuerpos de célebres cortesanas, incluidas Fiametta, la amante favorita de Cesare Borgia, Giulia Campana, Tullia D’Aragona y su hermana Penélope: todas las tumbas han desaparecido hoy. Las cortesanas frecuentaban asiduamente la iglesia, tanto que tenían bancos dedicados en las primeras filas para evitar que los fieles, mirándolas, se distrajeran durante la predicación y las funciones sagradas.