La idea de la ciudad-jardín nace en Inglaterra; con el aumento de la población en los centros urbanos, la calidad de vida, especialmente para las clases obreras, había bajado dramáticamente. Para obviar esta degradación, se pensó en núcleos residenciales inmersos en el verde, autosuficientes; no lejanos a la ciudad pero con las ventajas de un ambiente saludable y menos congestionado: las ciudades-jardín.
En Roma hay dos ejemplos de este diferente modo de vida. La mejor manera de descubrir estos dos mundos «aparte», es dar un paseo sin una meta concreta, deambulando por las calles, para descubrir una arquitectura fantástica que la ciudad no ha vuelto a realizar.
En Monte Sacro, sobre un plan urbanístico realizado en 1920 por Gustavo Giovannoni, nació la «Ciudad-jardín Aniene». Giovannoni diseñó trazados urbanos curvilíneos inmersos en el verde; la tipología de construcción era la de chalé, bifamiliar o plurifamiliar, con jardín. Solo en torno a piazza Sempione, estructurada como entrada escenográfica y eje del «pueblo», existían edificios intensivos junto a la iglesia, el colegio, la oficina postal y las tiendas. La plaza se completaba con el edificio destinado a la delegación municipal, de formas medievales con pórtico y torre en analogía con el edificio público de tradición italiana. En el proyecto original del arquitecto también estaban contemplados un parque arqueológico, un parque natural y estructuras para las actividades deportivas.
La Garbatella, nacida entre 1920 y 1922 y también proyecto de Giovannoni, estaba destinada a convertirse en un barrio obrero de la cercana zona industrial de Ostiense. El primer bloque se construyó, con una llamativa escalinata de entrada, en torno a piazza Benedetto Brin. Nos encontramos ante unas casas con patios interiores y pequeños espacios de terreno. El principio que inspira el barrio es el de la «parcela», auténtica protagonista de la disposición urbanística. La parte histórica de la Garbatella se desarrolla durante los primeros años en torno a 62 parcelas. En el barrio también hay algunos puntos pintorescos, tradicionales y de estilo medieval: todos contribuyen en la creación de un entorno suspendido en el tiempo, a veces una ciudad del silencio.