La Via Appia Antigua, ubicada en el Parque homónimo, con sus 2.300 años de historia, atesora un extraordinario patrimonio histórico, arqueológico y arquitectónico que es único en el mundo. Hacer un paseo a pie o en bicicleta en estos maravillosos testimonios del pasado representa una sensación incomparable y que hay que experimentar como mínimo una vez en la vida.
La Vía Appia es una obra diseñada en el año 312 a. C. por el cónsul Apio Claudio Ciego: se proponía abrir un circuito de carreteras para conectar en poco tiempo Roma con Capua, para el tránsito de las tropas dirigidas hacia el sur en la Segunda Guerra Samnita (326-304 a.C.).
Más adelante, la carretera alargó su trayecto hasta el puerto de Brindisi ofreciendo un acceso directo hasta Grecia, Oriente y Egipto tanto para expediciones militares así como para viajes y operaciones comerciales. En consecuencia, la Via Appia Antica se erigió en la "regina viarum" (reina de las carreteras), la vía más conocida de la época romana.
Aunque los primeros kilómetros hoy en día ya no son identificables, pero desde el cruce con la Vía Ardeatina, a la altura de la iglesia de "Domine,quo vadis?", comienza un largo tramo recto, a cuyos lados hay varios monumentos antiguos.
Con el tiempo, en el año 189 a.C., el antiguo empedrado se reemplazó para dar paso a lo que aún hoy puede verse, los denominados “basoli”, que son enormes bloques de piedra basáltica bien lijados y muy duraderos para el tránsito de vehículos de carga pesada y de personas.
Presentaba una anchura de unos 4,10 m, que facilitaba la doble dirección del tráfico, y amplias pavimentaciones rodeadas, por lo general, de monumentos funerarios. En el entorno de la frondosa campaña se formaron núcleos de agricultores que, luego, han sido sustituidos por las residencias patricias de los romanos adinerados que se relajaban apartados del estrés urbano.
También la Vía Appia Antica era muy frecuentada por los peregrinos que acudían a Roma para visitar y rezar en los santuarios cristianos, que habían surgido fuera de las murallas de la ciudad, cerca de las catacumbas.
Pero entre los siglos IV y VI, la Vía Apia conoció un proceso de decadencia provocado por las guerras, las invasiones y los saqueos. Se trasladaron los cadáveres de los mártires al interior de la ciudad. Una vez que la Iglesia se apropió de la campana romana que la rodeaba, surgieron entonces pequeños núcleos de población autónomos, que incluían casas de labranza, torres, una iglesia, alojamientos, recintos, molinos y hortícolas.
El pavimento de la carretera presentaba en su totalidad las peculiaridades de una típica ruta medieval y las antiguas tumbas romanas fueron reutilizadas como miradores, puestos de guardia armados desde los que controlar el territorio; entre ellos, el famoso Mausoleo de Cecilia Metella y el Ninfeo de la Villa dei Quintili, modificado y readaptado por la familia Caetani como torre de vigilancia con almenas.
Desde el siglo XVII hasta el XIX se inicia el conocido Gran Tour, el viaje a Italia de los hijos de la nobleza europea para aprender a ser grandes señores. Un lugar obligado fue Roma, ciudad donde los jóvenes iban a descubrir las antiguas ruinas y a comprar piezas de arte y hermosos souvenires.
Las catacumbas de San Sebastián
Catacumbas de San Callisto
Mausoleo de Cecilia Metella
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