El nacimiento y el nombre de la iglesia se deben al Papa Inocencio XI que, al vencer contra el Imperio Otomano en Viena en 1683, instituyó la fiesta del Santísimo Nombre de María. La joven cofradía que se le dedicó, con sus dos primeros miembros, exactamente el Pontífice y Leopoldo de Austria, se estableció transcurridos varios años en la iglesia de San Bernardo: pero la nueva ubicación no tardó en revelarse inapropiada, por lo que en su lugar se optó por la creación de un nuevo edificio.
Encargada en 1736 al arquitecto francés Antoine Dérizet, la iglesia es sin duda la interpretación ochocentista de la cercana Santa María de Loreto, de la que reproduce el esquema y el techo en forma de cúpula, situada sobre un elevado tambor sobre el que se abren ocho ventanas. El exterior está decorado en la parte inferior con columnas y pilastras, y tiene también estatuas de evangelistas y profetas sobre la balaustrada con la que se separan los dos órdenes.
En su interior de planta elíptica, y decorado con mármoles multicolores, aparecen siete capillitas organizadas según un esquema radial. La decoración de la iglesia fue supervisada por Agostino Masucci y Mauro Fontana, este último también asistió a los trabajos ulteriores de reforzamiento de la estructura. La cúpula por dentro presenta algunos medallones con “Historias de la Vida de María” y palmas, lirios y otras flores evocadoras de la Virgen. En el altar mayor hay una imagen de la Virgen con el Niño pintada sobre madera, que la tradición señala como parte del tesoro de San Lorenzo al Laterano (el llamado Sancta Sanctorum), con propiedades taumatúrgicas. El icono fue trasladado en procesión solemne a la iglesia el 9 de septiembre de 1741.
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