La iglesia de los Santos Gregorio y Andrés en el Monte Celio se ubica en el centro histórico de Roma. En el año 575 a.C. Gregorio, de la familia noble de los Anicii, el cual poco antes de su conversión al cristianismo era “Praefectus Urbi”, transformó su residencia familiar en un monasterio. Bajo el papado de Gregorio, el castillo adoptó el nombre de Sant’Angelo porque, cuenta la leyenda que, durante una procesión para detener la terrible plaga de peste que estaba golpeando la ciudad, se apareció en el cielo el Arcángel San Miguel sobre la cima del Mausoleo de Adriano, que envainaba su espada anunciando el fin de la epidemia.
Del edificio medieval sólo ha quedado el piso cosmatesco del siglo XII: la iglesia fue recostruida varias veces durante la Edad Media y el Renacimiento, y en 1573 pasó a manos de los monjes Camaldulenses, quienes todavía la presiden. En 1600, en ocasión del Jubileo, la magnífica escalinata que todavía puede verse y la plaza antiestante fueron reconstruidas. Tres años más tarde, por voluntad del Cardenal Scipione Borghese, Giovanni Battista Soria se encargó de la restauración del atrio y de la fachada en la que destacan los emblemas de la familia Borghese, el águila y el dragón.
El pórtico que sigue a la entrada, embellecido con columnas y pilares reutilizados del patio de la iglesia del siglo XVI, conserva numerosos sepulcros ilustres. Entre estas tumbas también se encontraba la de la famosa cortesana Imperia, amante del banquero de Siena Agostino Chigi. Todavía se puede ver el sepulcro de Sir Edward Carne, un comisario enviado a Roma en 1561 por Enrique VIII para resolver su divorcio con su primera esposa, Catalina de Aragón. El interior de la iglesia se compone de tres naves con dieciseis columnas antiguas y el estilo barroco se debe a las intervenciones realizadas en 1725 por Francesco Ferrari. La pequeña capilla en el fondo de la nave lateral derecha, tal vez la celda del santo, alberga la cátedra episcolpal en mármol de Gregorio, del siglo I a.C. En la Capilla Salviati, diseñada por Francesco da Volterra y terminada en 1600 por Carlo Maderno, se encuentra el antiquísimo fresco de la “Virgen con el Niño” que, según la leyenda, habló con el santo.
En el jardín contiguo a la iglesia hay tres capillas más pequeñas: la Capilla de San Andrés con los espléndidos frescos del Domenichino y de Guido Reni, a quien se debe también la decoración absidal (el “Concierto de los Ángeles”) de la Capilla Santa Silvia. La Capilla de Santa Barbara con el “Triclinio”, la mesa de mármol sobre la cual San Gregorio servía personalmente el almuerzo a 12 pobres. La tradición cuenta que una vez un ángel se sentó a la mesa vestido de pobre: en memoria de este acontecimiento, cada Jueves Santo, hasta 1870, el papa sirvió aquì el almuerzo a trece pobres.
Antigua y venerada, la iglesia es protagonista de dos formas de decir del dialecto romanesco “Se acabaron las misas en San Gregorio”, quizás por el antiguo privilegio de celebrar una misa a las 13 horas para los impuntuales, o sea “se acabó lo que se daba”. “Cantar las misas en San Gregorio) sin embargo, significa que todos pagan un recargo: las misas de sufragio que se daban en el altar de la iglesia se pagaban el doble de las comunes.
Villa Celimontana
Iglesia de Santo Stefano Rotondo al Celio
Basílica de los Santos Giovanni y Paolo al Celio
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