Iglesia de San Girolamo della Carità

Un recorrido por la historia, el arte y la espiritualidad siguiendo las huellas de dos gigantes del cristianismo. A un tiro de piedra de la Piazza Farnese y del Campo de’ Fiori, en el alma del Rione Regola, se encuentran los orígenes de esta iglesia, pero para ello hay que remontarse al siglo IV. De hecho, la tradición cuenta que todo comenzó en el año 382 d.C., cuando el papa Damaso encomendó la traducción, la interpretación y el comentario de la biblia a San Jerónimo, Padre y Doctor de la Iglesia. Y en Roma, habiéndose convertido en el secretario del pontífice, Jerónimo fue acogido en la domus de la matrona Paola, transformada sucesivamente en una pequeña iglesia precisamente dedicada a él.  

Sin embargo, desde el siglo XVI, la historia (y el nombre) de la iglesia, se vincula a la de la Cofradía de la Caridad, fundada por Giulio dei Medici, el futuro papa Clemente VII, que confió todo el complejo religioso al gremio en 1524. La Cofradía también era muy conocida por sus obras de caridad, por ejemplo de asistencia a los enfermos y a los presos, que sin embargo recibieron un nuevo impulso decisivo, cuando un joven sacerdote florentino se trasladó al convento adyacente a la iglesia, convirtiéndose en uno de los principales artífices del renacimiento religioso de la Roma del siglo XVI: San Felipe Neri, que residirá aquí durante más de treinta años, a partir de 1551, iniciando en sus estancias (aún abiertas) aquellos encuentros de meditación, dialogo espiritual y oración que llevarán el nombre de “oratorio” y que establecerán el alma y el método de la Congregación del Oratorio. 

Tras el incendio que la destruyó en 1631, la iglesia fue completamente reconstruida en los años siguientes: su elegante fachada barroca es obra de Carlo Rainaldi, el arquitecto al que también debemos la iglesia de Santa Maria in Portico in Campitelli y la fachada de Sant’Andrea della Valle. El interior es de una sola nave, cubierta por un rico techo de madera tallada. Alberga muchas obras de arte dignas de ser mencionadas, entre ellas, el altar mayor diseñado por Carlo Rainaldi en el que se encuentra una copia de la Última Comunión de San Jerónimo de Domenichino (el original se conserva hoy en la Pinacoteca Vaticana). La estatua de mármol de San Felipe Neri de Pierre Legros adorna, a la izquierda, la Capilla de Antamoro, la única obra romana de Filippo Juvarra que, a pesar del pequeño entorno disponible, logró realizar aquí un efecto de gran majestuosidad. 

Finalmente, una admirable obra de la época barroca es la Capilla Spada: realizada en 1654 por Virgilio Spada probablemente en colaboración con Francesco Borromini, está decorada con un rico revestimiento de diaspro y mármoles preciosos, que simulan un aparato funerario, con óvalos con bustos de antepasados y una guirnalda de bronce que enmarca un antiguo icono de la Virgen. En lugar de una sencilla balaustrada, dos maravillosos ángeles en mármol blanco, con un mantel eucarístico hecho de diaspro, delimitan la capilla. Un ardid barroco permite el acceso: las alas del ángel de la derecha están hechas de madera y se mueven girando sobre dos pernios.