Situada en el Barrio de Trevi, la basílica de Santa Susanna se levanta sobre los restos de la domus romana propiedad del mártir del que toma su nombre. En 1587, tras varias reconstrucciones, el conjunto fue confiado a las monjas cistercienses, convirtiéndose en el actual Monasterio de Santa Susanna.
Las excavaciones del año 1800 sacaron a la luz los restos de la antigua casa patricia. Incluye un pasillo empedrado, obtenido de parte de un acueducto romano, un pozo recientemente puesto en funcionamiento y estancias, que se encuentran en excelente estado de conservación, con paredes decoradas con elementos vegetales y suelos de mosaico con motivos geométricos o escenas vinculadas a los mitos griegos.
En un sarcófago bajo la basílica se encontró un esqueleto cubierto de fragmentos de yeso pintado: una vez recompuestos, revelaron una imagen bizantina de María con el Niño Jesús en brazos actualmente expuesta en la sacristía.
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