Cloaca Máxima

La Cloaca Máxima, la mayor de las alcantarillas romanas aún en funcionamiento, tenía su origen en la canalización de un curso de aguas residuales que discurría desde el Foro Romano hacia el "vicus Tuscus", seguía un recorrido sinuoso a través del Velabro, el Foro Boario y, tras dibujar una amplia curva, desembocaba en el Tíber en el Puente Emilio.

La tradición suele relacionar la construcción del tramo inicial de la Cloaca con la recuperación del valle del Foro Romano por parte de la familia de los Tarquinos. Los muros del primer tramo de la estructura están hechos de bloques de piedra de Gabii; las entradas de las alcantarillas menores, cubiertas con una tapa, desembocan en ellos a lo largo del recorrido.

Originalmente, el conducto discurría al aire libre. Posteriormente (siglos II-I a. C.), se construyó una bóveda con sillares de toba litoide, que posteriormente se enterró en varios lugares mediante restauraciones con mampostería o ladrillo. En su desembocadura en el Tíber, la alcantarilla presenta un triple brazalete de peperino. La sección transversal del conducto tiene 2,70 m de altura y 2,12 m de anchura en el terraplén, aumentando gradualmente hasta alcanzar, al final de su recorrido, una altura de 3,30 m y una anchura de 4,50 m.

El tramo final se enderezó gracias a la construcción de un muro que flanqueaba la ribera del río. El tramo municipal del conducto se extiende desde la via del Velabro hasta la desembocadura. Falta un estudio exhaustivo de la Cloaca Máxima: las dificultades del trazado llevan a los arqueólogos, tanto hoy como en el siglo pasado, a investigar únicamente el primer tramo accesible.

Foto: La bóveda de hormigón de la Cloaca Máxima bajo el Foro de Nerva, foto de la Superintendencia Capitolina de Patrimonio Cultural