El octavo rey de Roma
El delicioso panecillo, delicado e irresistible, es un vicio de golosidad del que resulta difícil privarse.
En la tradición de la gastronomía capitolina figura entre los dulces más apreciados, cuyos orígenes se remontan a la antigua Roma. A partir de esa época apareció una forma de antecesor del maritozzo: una gran barra de pan preparada con harina, huevos, aceite o grasa y sal, endulzada con pasas sultanas y miel, que las mujeres preparaban como comida para los días en que los obreros y los pastores trabajaban al exterior.
En la Edad Media, el formato se disminuyó ligeramente, el gusto se reforzó con frutos secos, como piñones y fruta confitada, y la preparación de la mezcla, sin grasa se oscureció. El "maritozzo" es también conocido como "Quaresimale", la sola y apetitosa violación del período de ayuno establecido por los largos cuarenta días que preceden a la Pascua. El pastel se convirtió así en "er santo maritozzo", homenajeado en 1833 en su soneto La Quaresima por el célebre poeta Giuseppe Gioachino Belli.
Una dulce sorpresa de amor
El extravagante y vagamente divertido nombre del maritozzo se originó como un apodo popular a partir de la alteración de "marido" y, en tiempos más recientes, se ha vinculado a una costumbre verdaderamente romántica: así, en el siglo XIX, durante el primer viernes de marzo de cada año, entonces conocido como el Día de los enamorados, los jóvenes prometidos regalaban pequenos panecillos dulces a sus prometidas. Se solía decorar los panes con pequeños corazones de azúcar escondiendo en su interior un anillo u otra joya de oro. Por tradición, y para probar su competencia culinaria, las doncellas no casadas preparaban igualmente los "maritozzi" que presentaban a los solteros de turno, quienes elegían a sus futuras esposas valorando el pastel que mejor les había sido obsequiado.
La bondad para todas las horas
Dar un mordisco a un esponjoso maritozzo relleno de crema fresca es, sin duda, una de las formas más sabrosas de empezar el día. Sin embargo, este clásico postre tradicional ha traspasado los límites del desayuno para convertirse en una gran alternativa para un almuerzo rápido, una deliciosa merienda o un postre para después de la cena. Desde la clásica crema de relleno, los pasteleros y los chefs de Roma se han lanzado a la imaginación, y han creado así nuevas y sorprendentes combinaciones tanto dulces como saladas. Los escaparates de los cafés y bistrós muestran diversas recetas golosas, con creaciones con chocolate, mermeladas de frutas y crema Chantilly, bocadillos de autor con tomatitos frescos, bacalao, salmón, rúcula, curados, mariscos, cortes de carne, amatriciana, carbonara, veganos y sin gluten. Este histórico pastel, dulce icónico de la ciudad, es el protagonista del Día del Maritozzo, un auténtico festival del sabor con los mejores Maîtres Pâtissiers de la Capital.
El monumento en honor a Giuseppe Gioachino Belli
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