Iglesia de Santa Susanna alle Terme di Diocleziano

Los orígenes de Santa Susana, que fue mártir en Roma, se remontan a la era del emperador Diocleciano: según la tradición, la joven fue decapitada al negarse a contraer matrimonio con el hijo del emperador con el fin de ofrecerse únicamente a Dios. Precisamente en el mismo lugar del martirio, al lado de las antiguas Termas de Diocleciano, fue construida, a partir del siglo VI, una antigua iglesia conocida en su momento como "ad duas domus", porque estaba edificada por encima de dos casas: por un lado, la de Gabino, padre de Susana, y por el otro, la de Cayo, más tarde Papa, y que se menciona también como tío de Susana.

El edificio vivió durante los siglos muchos cambios. Ya en el siglo IX, el Papa León III decidió convertirlo en una gran Basílica de tres naves; más tarde se reconstruyó con el Papa Sixto IV y nuevamente, a finales del siglo XVI, por el Cardenal Rusticucci, que protegía a la orden cisterciense a al que se le cedió la iglesia.Con la renovación iniciada por el Cardenal, terminada en 1595, la sala litúrgica fue reducida a una sola nave dotada de dos capillas laterales, y también se construyó una fachada nueva y alta, completada por Carlo Maderno en 1603, el cual hasta ese momento había trabajado especialmente con su tío Domenico Fontana.

Esta fachada en dos órdenes representa para Maderno la obra más antigua y hermosa: en ella se observa un profundo salto en el estilo arquitectónico que caracteriza el surgimiento del estilo espacial barroco y se impone como paradigma en otras fachadas de la ciudad. En el núcleo se levanta el magnífico portal, bordeado por dos nichos que contienen las estatuas de las Santas Felicita y Susana. Asimismo,entre las estatuas, se encuentra la gran ventana central del orden superior, creada por Stefano Maderno, así como el refinado  tímpano triangular, ornamentado por el escudo del cardenal Rusticucci. Los frescos de Cesare Nebbia y las cuatro gigantescas pinturas de Baldassarre Croce, que describen situaciones de la vida de Santa Susana, adornan el interior. La magnífica capilla de San Lorenzo alberga varios frescos de Giovan Battista Pozzo, así como un cuadro del siglo XVI dedicado al martirio de Santa Susana colocado en el altar mayor, que es obra de Tommaso Laureti.

En el fondo del presbiterio, protegido por una reja de hierro, destaca el espectacular coro monástico comisionado en su día por el cardenal Rusticucci, dotado de un precioso casetón de madera forjada. La sillería del coro fue hecha por Pablo V y se la menciona numerosas veces en las antiguas guías por ser una de los más bellos coros existentes en los monasterios romanos. Las excavaciones de finales del siglo XIX en el subsuelo de la iglesia han permitido descubrir una domus romana del siglo III situada en la parte inferior del altar de la cripta, con restos que se aprecian desde el suelo de cristal de la sacristía.