Las Termas de Caracalla

Las Thermae Antoninianae, uno de los mayores complejos termales y mejor conservados de la antigüedad, fueron construidas a instancias del emperador Caracalla en el Piccolo Aventino entre el siglo 212 y el 216 d.C., en una zona adyacente al tramo inicial de la vía Appia Antigua. 

Para el suministro de agua de los baños, se construyó una rama especial del Aqua Marcia, llamada Aqua Antoniniana, que cruzaba la vía Appia apoyándose en el arco preexistente de Druso. Para la construcción del complejo se realizaron importantes obras de demolición de algunos edificios existentes y la descomposición de un gran sector de la colina.

Varias veces restauradas por Aureliano, Diocleciano, Teodosio, la central térmica dejó de funcionar en el siglo 537 d.C.

La planta rectangular del edificio es típica de los grandes baños imperiales; al cuerpo central del edificio se entraba por las cuatro puertas de la fachada noreste: en el eje central se encuentran en secuencia el calidarium, el tepidarium, el frigidarium y el natatio (la gran piscina); a los lados de este eje se ubican simétricamente alrededor de los dos gimnasios, otros ambientes.

Las Termas no solo eran un edificio para el baño, el deporte y el cuidado del cuerpo, sino también un lugar para relacionarse, pasear y estudiar.

La decoración original era muy suntuosa: las fuentes documentadas cuentan de enormes columnas de mármol, suelos en mármoles orientales de varios colores, mosaicos de pasta de vidrio y mármol en las paredes, estucos pintados y cientos de estatuas y grupos colosales, tanto en los nichos de las paredes de las habitaciones como en las salas y jardines más importantes. 

De particular interés son los sótanos del complejo termal, una imponente red de ambientes donde se desarrollaban todas las actividades de servicio para el funcionamiento. En una de esas habitaciones también se puede admirar el mitreo más grande de Roma, que sólo se puede visitar con motivo de eventos o visitas especiales.   

Foto: Superintendencia Capitolina