La solemne plaza de Monte Citorio está ubicada en el Rione Colonna, sobre una altura artificial que según algunas fuentes, se ha formado muy probablemente como consecuencia del cúmulo de escombros del templo de Marco Aurelio o de otro monumento romano.
El nombre es de origen incierto: parece provenir de Citatorius o de Saeptorius, ya que en las cercanías, desde la época de Servio Tullio, se convocaba a los ciudadanos en los llamados saeptas (burdos cercados de madera luego derribados y reconstruidos fastuosamente en mármol por Augusto) para elegir a los magistrados. Para otros, se origina de Mons Acceptorius - por las tierras de desecho de las que estaba formado el terreno - o por una corrupción de "Monte di Toro" ("Montaña del Toro"), como vulgarmente sería llamado el Monte en la Edad Media.
En el centro de la plaza se destaca el obelisco de Psamítico II del s. VI a.C., trasladado a Roma durante el Imperio de Augusto desde el sitio originario de Heliópolis. De unos 22 metros de altura, en granito rojo, fue originalmente colocado en Campo Marzio como una gran aguja de sol de meridiana, permaneciendo de pie hasta el siglo X u XI; luego cayó y se perdió la memoria. Fue encontrado, roto en varias piezas y arruinado por el fuego, en 1748, y extraído del ingeniero Antonio Zabaglia por voluntad del papa Benedicto XIV.
Finalmente, en 1792, el obelisco fue colocado en la posición actual, por obra de Giovanni Antinori. En 1965, fue objeto de restauración, mientras que en 1998, después de una intervención de reordenación de la plaza, se recrearon los elementos zodiacales y las directrices en el pavimento que devuelven al obelisco su función de indicador de meridiano.
La plaza está dominada por el imponente Palacio de Montecitorio, iniciado en 1653 por Gian Lorenzo Bernini, por encargo del Papa Inocencio X, como segunda residencia de la familia Ludovisi. En 1655, cuando murió el Papa, los trabajos fueron interrumpidos por falta de fondos, retomando a más de treinta años de distancia bajo el pontificado de Inocencio XII, por obra del arquitecto Carlo Fontana. El pontífice decidió hacer del palacio la sede de la Curia apostólica - los tribunales pontificios - inaugurada en 1696. El palacio acogió luego la Gobernación de Roma y la dirección de policía, convirtiéndose así en el centro de la vida administrativa y judicial del gobierno pontificio. Desde 1871, después de la unidad de Italia, es sede de la Cámara de los Diputados.
Una curiosidad: la campana mayor del Palacio - que ahora sólo suena con ocasión de la elección del Presidente de la República - daba la señal del inicio de las audiencias y su precisión en el toque de las horas se hizo proverbial. Todos los sábados, el pueblo acudía a la plaza para asistir a la extracción de los números de la lotería que - como narra Stendhal en sus "Caminatas romanas"- eran gritados desde el balcón.
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