Iglesia de Santa Maria in Via - Madonna del Pozzo

Una noche entre el 26 y el 27 de septiembre de 1256, se desbordó el agua del pozo de un establo propiedad del cardenal Pietro Capocci, un noble romano emparentado con las familias Colonna, Orsini y Cenci.

Sus sirvientes, asustados por algo que flotaba sobre el agua y que no podían atrapar porque se les escapaba de las manos como un pez, lo despertaron. El cardenal entró corriendo en el establo y vio la losa de piedra que representaba a la Virgen María, balanceándose sobre la superficie del agua. Después de una breve oración, logró tomarlo delicadamente en sus manos. El agua, antes imparable, se calmó y volvió al pozo.

Al día siguiente, el Papa Alejandro IV hizo llevar en procesión la sagrada imagen y construyó, en lugar del establo, una capilla dedicada a la Virgen, para recordar el milagro que acababa de ocurrir.

Desde entonces, Roma también ha tenido su pequeña Lourdes: nació una historia de devoción que se prolonga durante el siglo VIII, y el rostro dulce y maternal de la Virgen es objeto de veneración y dispensador de gracias.

Aún hoy, muchos fieles, romanos y turistas de todo el mundo que conocen la historia, visitan, incluso hasta altas horas de la noche, esta hermosa iglesia en el corazón de Roma, para beber un sorbo del agua milagrosa que brota del antiguo pozo.

La iglesia, cuyos orígenes se remontan a antes del año 995 d.C., está situada entre Via del Tritone, la Galleria Alberto Sordi y Via del Corso, a un paso de la Fontana di Trevi.

Su particular nombre, Iglesia de Santa María "en Via", parece hacer referencia a la proximidad a la Via Flaminia (hoy Via del Corso), que en la época se definía como "la calle”.

Fue reconstruida en 1491 bajo el Papa Inocencio VIII, por encargo del Papa León X a los padres servidos, y reconstruida en 1594 por Francesco da Volterra, según un diseño de Giacomo Della Porta, quien inició la fachada, posteriormente completada por Carlo Rainaldi en 1681.

La fachada es de travertino; el interior, de una sola nave, tiene un solo ábside y cuatro capillas a cada lado.

En la pequeña capilla de la derecha encontramos el cuadro recogido por el cardenal Capocci, obra de un pintor de escuela romana del siglo XIII, y una hornacina con un pequeño grifo, que permite a los fieles beber un sorbo del prodigioso agua o para llenar una botella pequeña para llevar a un familiar enfermo. Según la leyenda, en el pozo de la iglesia está tapiada una piedra del pozo con el que el samaritano apagó la sed de Jesús.

El santuario también contiene muchas otras obras maravillosas, entre ellas el Crucifijo de madera del año 1500 y la Capilla Aldobrandini, que alberga un hermoso retablo que representa la Anunciación y dos lienzos, la Adoración de los Magos y la Natividad, obras del Cavalier D'Arpino.

Las otras capillas están dedicadas a la Santísima Trinidad, a San Andrés Apóstol, al Sagrado Corazón de Jesús, a los Siete Santos Fundadores de la Orden de los Siervos de María y a San Pellegrino Laziosi.