La Basílica de los Santos Cosme y Damián, fundada en el siglo IV. d.C., fusiona en su estructura dos edificios clásicos: una de las dos bibliotecas del Foro de la Paz y la rotonda perteneciente al edificio conocido como Templo de Rómulo. Estos edificios fueron donados por Amalasunta, hija del rey ostrogodo Teodorico, al papa Félix IV que los unió para crear una iglesia dedicada a los dos hermanos médicos, Cosme y Damián, martirizados en el 303.
En 1512, el Cardenal Alessandro Farnese asignó la basílica al a los franciscanos del Tercer Orden Regular de San Francisco que aún la lleva hoy en día. El aspecto actual se debe a la obra de reestructuración ordenada por Urbano VIII en 1632, sobre planos trazados por Orazio Torriani y bajo la dirección de Luigi Arrigucci: el suelo de la basílica fue elevado 7 metros para nivelarlo con el Campo Vaccino, formando así una iglesia inferior más antigua y una superior.
Originariamente se accedía a la Basílica desde la Via Sacra, a través del portal del Templo de Rómulo, mientras hoy el acceso se encuentra en via dei Fori Imperiali; para entrar en la iglesia se atraviesa un atrio en el cual se puede admirar un bloque de la antigua Biblioteca Pacis, construida en sillares de piedra, según el sistema constructivo típico de la Antigua Roma conocido como opus quadratum.
El interior de la iglesia se compone de una nave única y presenta un techo a casetón espectacular, pintado y dorado con el escudo de Urbano VIII Barberini y con la Gloria de los Santos titulares. El ábside conserva mosaicos sorprendentes que datan de los siglos VI-VII: en el arco triunfal, se representa el Apocalipsis con el Cordero místico entre los siete candelabros, los ángeles y los símbolos de los evangelistas mientras, en la cuenca absidal, se puede admirar Cristo con San Pedro y San Pablo presentando respectivamente los Santos Cosme y Damián, acompañados por San Teodoro y Félix IV (este último llevando en la mano una maqueta de la iglesia)
En el vestíbulo se encuentra un magnífico Belén navideño napolitano del siglo XVIII, donado a la iglesia en 1939 por un ciudadano de origen napolitano, Cataldo Perricelli; algunos elementos de la obra fueron robados en 1988 y, después de algunos años, en 1994, el nacimiento volvió a estar expuesto en una versión restaurada e integrada por Giulio Strauss.
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