Esta iglesia puede considerarse entre las más antiguas de Roma, aunque queda “oculta” a la vista. Sin fachada, la Iglesia se integra enteramente en el gran Palacio de la Cancillería, sobre la plaza homónima que llega a Corso Vittorio Emanuele II, muy cerca de Campo de’ Fiori. La tradición nos dice que el Papa Dámaso I erigió la iglesia inicialmente en su casa alrededor del año 380, y que luego la restauraron los Papas Adriano I (el que hizo trasladar los restos del Papa Dámaso, que aún se preservan al pie del altar mayor) y León III entre los siglos VIII y IX. En los últimos años del siglo XV, según el proyecto de Bramante, fue completamente reconstruida y ligeramente desplazada hacia el norte en el momento en que el cardenal Raffaele Riario hizo restaurar el palacio, al que la iglesia está indisolublemente unida, y que luego se convirtió en la sede de la Cancillería Apostólica.
Aunque su historia no termina aquí: enriquecida con obras de arte, en 1798 se transformó en caballerizas para las tropas francesas de Napoleón y, considerablemente deteriorada. En 1807 será restaurada así por Giuseppe Valadier y durante los años 1816-1820, momento en el que se eliminará el confesionario así como el ábside que Gian Lorenzo Bernini realizó desde 1640 gracias al cardenal Francesco Barberini, aportando al presbiterio elegantes y suntuosas líneas barrocas. Se efectuaron otras obras de restauración el año 1868 gracias a Virginio Vespignani, quien recuperó las características renacentistas de la iglesia, con la consiguiente abolición de la mayoría de las modificaciones posteriores. Así nació la iglesia con su aspecto actual, menos el techo de madera, recreado tras el incendio del 31 de diciembre de 1939.
Para acceder a la iglesia es necesario superar un portal que Vignola reconstruyó por encargo del cardenal Alessandro Farnese en la segunda mitad del siglo XVI. Su interior consta de tres naves, que son precedidas por un doble pórtico interior que custodia, entre otras cosas, la cripta de Alessandro Valtrini, obra de Gian Lorenzo Bernini del año 1639, así como una estatua de Stefano Maderno y una capilla diseñada por Nicola Salvi, escultor de la Fuente de Trevi. Así, en la parte derecha de la nave se aprecia un crucifijo de madera de la escuela romana del siglo XIV ante el que probablemente oró Santa Brígida de Suecia. Un poco más adelante se sitúa la Capilla del Sagrado Corazón, del siglo XIX, en la que se halla el monumento a Pellegrino Rossi, el primer ministro de Pío IX asesinado el 15 de noviembre de 1848 sobre las escaleras del palacio. En la nave izquierda, situada en el altar de la Capilla del Sacramento, se puede admirar una valiosa imagen de la Madonna Avvocata, más conocida como Madonna di Grottapinta, una tabla de la primera mitad del siglo XII perteneciente a la devastada iglesia de San Salvatore in Arco. El ábside, reconstruido en el siglo XIX, acoge un óleo de Federico Zuccari que ilustra la Coronación de María y los Santos.
Foto Facebook Basilica e Parrocchia San Lorenzo in Damaso
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