Orígenes
Empecemos hablando de su nombre, ya que esta conocida, fresca y muy querida fruta se puede llamar de muchas maneras diferentes. El nombre más correcto, reproduciendo el de los botánicos, que se utiliza en todo el centro de Italia y, en particular, por los romanos, es el de cocomero (sandía), muy similar a la expresión científica latina Cucumis citrullus. La sandía se llama Anguria por todo el norte de Italia, con considerables variaciones dialectales.
Es un nombre que tiene su origen del griego clásico angurion, con el que se identificaba correctamente el pepino, vocablo introducido durante la dominación bizantina, en torno al siglo VI d.C., y que se extendió por todo el norte de Italia a través del Exarcado de Rávena. No se menciona la palabra cucumis en latín hasta que Virgilio la utilizó para hacer referencia al pepino, mientras que Plinio empleó el vocablo por referirse específicamente a la sandía. La conversión del nombre sandía para denotar el melón de agua se debe a Aetius, un médico del siglo VI, quien utilizaba el vocablo "aggourion". Por el contrario, para el Sur de Italia, el nombre común es mellone (o melóne) de agua, también llamado "popone" en Toscana.
No importa si la llamas melón o sandía, el delicioso producto procede de la familia de las Cucurbitaceae y es de la África tropical. Hay fuentes históricas que señalan que la primera recogida de las sandías se realizó en el Antiguo Egipto ya hace casi 5.000 años y aparece descrita en diversos jeroglíficos. Los frutos se solían introducir al interior de las tumbas de los faraones para que les sirvieran de subsistencia en el otro mundo.
El fruto tradicional
Según la tradición romana, la sandía era la agradable nota final del banquete de Ferragosto, que se caracterizaba por una serie de exquisiteces sencillas y habituales y que reunía la familia entorno a la mesa.
Como recuerdan también Rosa y Roberta D'Ancona en su libro "La cucina romana" (La cocina romana), la comida comenzaba con un jamón y un melón bien fríos, seguidos de unos fettuccine all'uovo o una lasaña con salsa de carne; a continuación, el clásico pollo alla romana o pollo con pimientos, ensalada mixta y, finalmente, el esperado y solemne momento de degustar la suculenta y fresquísima rodaja de sandía. Y aún hoy, en el día de la fiesta de agosto, se pueden encontrar los "cocomerari" (vendedores de sandías) ofreciendo rodajas al grito de "taja ch'è rosso" (es roja).
Hay unas 50 variedades de esta extraordinaria fruta, presente en los quioscos hasta el mes de septiembre. Los que se cultivan en el campo del Agro Romano, a pocos kilómetros de la capital, en particular los de Maccarese y Torre in Pietra, son extraordinarios por las peculiaridades del suelo.
Qué características debe tener una sandía madura para poder ser consumida?
Algo fundamental a la hora de elegir es comprobar su madurez. Dos recomandaciones: en primer lugar, comprobar la piel, que debe ser tensa y fina, hasta el punto de que, si se rasca con una uña, debería desprenderse fácilmente. A continuación, golpeamos la sandía con los dedos, y si el sonido es claro, es señal de buena calidad, ya que denota que la fruta está madura y llena de agua. Cuando se corta la sandía, la pulpa deberá ser compacta y jugosa, de un color rojo vivo y sin líneas o zonas blancas.
Una rebanada de sandía
Suena banal, pero no lo es. También una rebanada de sandía necesita un poco de atenciones que permitan apreciar al máximo sus peculiaridades organolépticas. Se sabe que, cuándo se tiene a una temperatura natural, la sandía es más beneficiosa que si se tiene refrigerada o si está recién recolectada. Lo mejor es ponerlo en el frigorífico algunos minutos antes de servirlo y degustarlo el el mismo día. Es excelente al natural, cortada en rodajas o en dados, la sandía es ideal para preparar macedonias, mermeladas, granizados o combinada con el helado ( su pulpa sirve para hacer un óptimo sorbete).
Preparación: Sorbete de sandía
Ingredientes:
- Sandía, pulpa 600 g
- 1 blanca de huevo
- Azúcar 130 g
- Agua, 260 g
Elaboración
Elegir una sandía, dividirla por la mitad y seguidamente en rebanadas, remover la piel para obtener 600 g de pulpa removiendo todas las semillas. Con la ayuda de una batidora, triturar la pulpa y ponerla en un bol. El siguiente paso es preparar el jarabe de azúcar: poner al fuego un recipiente con 270 g de agua, añadir el azúcar y hacer que se disuelva bien hasta que empiece a bullir. Después de 5 minutos, se apaga el fuego, se pasa el almíbar a un bol y se pone a enfriar hasta que su temperatura sea la del ambiente. Colocar en la nevera la pulpa de la sandía y el jarabe de azúcar como mínimo durante media hora, así que se enfrían bastante. Una vez terminado este tiempo, hay que exprimir un limón y filtrar el zumo para extraer las semillas. Mientras tanto, se combinan la pulpa de la sandía con el jarabe de azúcar y el zumo de limón. En este punto, se monta una clara de huevo a nieve, se añade a la pulpa de la sandía y se mezcla todo bien con la ayuda de un mezclador. La masa debe ser homogénea. Llegados a este paso, se vierte la mezcla fría en la heladera y se deja batir hasta obtener un sorbete cremoso; se tarda entre 20 y 30 minutos. Si no se dispone de heladera, es suficiente poner la mezcla en el refrigerador, sin olvidarse de remecerla de vez en cuando con un horquilla, hasta obtener una crema. El sorbete de sandía frío está listo para ser saboreado al instante.