Los jardines Capitolinos suben a las laderas de la colina del mismo nombre, en pleno centro de Roma. En la Edad Media, esta zona se utilizaba para el pastoreo de ovejas y cabras y por eso se llamaba Monte Caprino.
En el espacio arqueológico creado en su interior se pueden observar los arcos de un antiguo pórtico que constituía el mercado de verduras de la antigua Roma; Grandes cuevas excavadas en la roca del Peñón Capitolino, se caracterizan por tener partes de muros de piedra, pertenecientes a esta construcción derribada en los años 1930.
Las primeras intervenciones que iniciaron la transformación de la zona en jardín se llevaron a cabo en el siglo XIX, bajo el pontificado de Pío IX.
Fue en esta ocasión que se construyó una pérgola cerca de la escalera de Aracoeli, que protegía del sol a los transeúntes en el tránsito hacia la Piazza del Campidoglio. Caminando por la escalera que conduce a los Museos Capitolinos, a la izquierda se puede ver la estatua de bronce de Cola di Rienzo, creada por el escultor Gaetano Masini a finales del siglo XIX.
La transformación del cerro al trazado que vemos hoy fue posible gracias a las obras que se iniciaron en los años 1930. Estas intervenciones corrieron a cargo del arquitecto Antonio Muñoz, quien profundizó en los detalles de la disposición verde, planificando la plantación de árboles y arbustos.
Foto: Superintendencia capitolina
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