En la Edad Media, el aspecto de Roma en general era muy diferente al de hoy: tanto los altos campanarios de las iglesias como las magníficas torres de las familias nobles y potentes caracterizaban la imagen de la ciudad. En la ciudad, muy pequeña en su tiempo, existían aproximadamente 300 de ellas, con un aspecto comparable a las “espigas de maíz”, según nos cuenta el Magister Gregorius de Oxford, durante su visita en Roma a mediados del siglo XII.
De ellas quedan hoy en día más o menos cincuenta, en parte visibles y muy conocidas, y algunas mimetizadas entre las edificaciones realizadas sobre ellas. En Via dei Portoghesi, donde también está la iglesia de Sant'Antonio dei Portoghesi, a poco distancia de la Plaza Navona, se puede observar una. En el siglo XV se le añadió su almenado característico, si bien la torre de cuatro pisos, revestida por una cortina de ladrillos, se remonta a varios siglos antes. El lugar más probable es que lo erigió la familia Frangipane y en él nació, en el año 1040, Ottone Frangipane, que fue proclamado posteriormente santo. Más tarde, la torre y el palacio contiguo fueron propiedades del convento de Sant'Agostino, pero del siglo XVI al XVII pertenecieron a la familia Scapucci. A finales del siglo XVI, mientras se realizaban las obras de expansión del complejo por orden de Gaspare Scapucci, la torre se insertó de forma definitiva en el edificio. El gran portal rústico de la primera entrada se ornamentó en la época con medialunas y estrellas, el distintivo heráldico de la estirpe de los Scapucci.
El edificio mantuvo así una relevante función arquitectónica en el complejo. En realidad, en su momento adquirió su propia fama paralelamente a la del palacio, en virtud de de una singular noticia pero que tiene el carácter de leyenda. El novelista estadounidense Nathaniel Hawthorne también narra la anécdota en sus "Cuadernos franceses e italianos" y luego en "El fauno de mármol". Siguiendo las tendencias exóticas de la época, la familia que residía en el edificio fue propietaria de un mono domesticado que con frecuencia se movía cerca de la cuna del nuevo hijo de la pareja. Y un día ocurría lo que era impensable: con el bebé en brazos, el animal salió por la ventana y escaló hasta la parte más alta de la torre. Al instante, se desató el pánico. Consternado, el noble salió a la calle, por entre los gritos de la multitud, y recurrió a la Virgen María, rogándole que salvara al niño. En la leyenda se dice que el mono entonces descendió docilmente y se trajo al niño a casa.
La multitua reunida clamó al milagro y el noble, a partir de aquél día, decidió, con el fin de dar testimonio de la gracia obtenida, que una lámpara luciese ininterrumpidamente en lo alto de la torre, a la vista de una estatua de la Virgen. Así, una cláusula impone el mantenimiento del antiguo voto a cualquier propietario futuro y el compromiso de venta especifica la posibilidad de anular la escritura en caso de que se apague la lámpara. La suerte del pequeño animal se desconoce, aunque desde entonces el edificio recibió en Roma el nombre de "Torre del Mono"
Informaciones
The tower is visible from the outside; the inside cannot be visited.
Location
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